Me buscan...
Me encuentran...
Cada cierto tiempo ellos vuelven... regresan... y me reencuentro con
ellos... mis demonios.
Esta vez la visita se pospuso demasiado tiempo... pero al fin
llegaron... y llegaron de improviso.
Me raptaron para dejarme arrinconado entre el miedo y la impotencia,
vigilado de cerca por la desesperación.
Por un instante me sentí transportado de mi mundo seguro y estable,
para verme segundos después transitando por las calles de su mundo... ese mundo
que se trata de evitar día tras día.
Estos demonios, cabe decirlo, no son tan extraños, ni rojos como dicen
los cuentos... No, tampoco tienen ningún apéndice extraño... lo extraño en
ellos es su normalidad.
Se confunden con los demás para estar cerca de nosotros y robarnos la
felicidad.
Fieros, despiadados, peludos, bien vestidos... de muy variopintas
formas...
Los observo... me observan y me retienen... me sujetan de aquellas
partes vulnerables a través de las que saben que pueden arañar mi alma.
El cuerpo pareciera intocable...
Preferiría quizá... tal vez... quién sabe... sí, yo, lo sé...
Preferiría un infierno como el de Dante antes que esta nube extraña en
donde flotan y nos tienen atrapados mientras allá en el mundo, nuestros cuerpos
deambulan como autómatas viviendo sin guía.
Hoy, sumergido con los demonios, tejo una cuerda mágica que me proteja
de caer así, para atarla a mi cintura y regresar como siempre, sin ayuda... al
mundo de los vivos.
Saikio Shore...
El Último Caballero Samurai...
(28-Agosto-2006)