LA LUNA (4ª Parte y FIN)
Y él cayó en un profundo sueño. Y por primera vez en mucho tiempo, descansó.
CONTINUARÁ...
Fueron el ruido del mar y el sonido de las gaviotas los que le hicieron despertar a la mañana siguiente. Abrió los ojos y vio el sol en un cielo limpio de nubes, y buscó a la mujer. Pero no estaba por ninguna parte. No sabía ni como se llamaba, ni donde vivía. ¿Cómo volvería a verla? En ese mismo instante recordó algo que había dicho ella, que estaría siempre allí. Decidió marcharse y volver por la noche para encontrarla de nuevo, o eso esperaba.
Saikio Shore ...
Fueron el ruido del mar y el sonido de las gaviotas los que le hicieron despertar a la mañana siguiente. Abrió los ojos y vio el sol en un cielo limpio de nubes, y buscó a la mujer. Pero no estaba por ninguna parte. No sabía ni como se llamaba, ni donde vivía. ¿Cómo volvería a verla? En ese mismo instante recordó algo que había dicho ella, que estaría siempre allí. Decidió marcharse y volver por la noche para encontrarla de nuevo, o eso esperaba.
Así que cogió el coche y volvió a la ciudad.
Pasó el día haciendo lo mismo de siempre, pero algo había cambiado dentro de él. Hablaba con la gente, sonreía. A más de uno le extrañó aquel comportamiento pero a él no le importaba. Era feliz.
Cuando por fin llegó la noche, la luna brillaba de nuevo en el cielo, y él salió de casa, dispuesto a encontrarse con aquella mujer. Condujo rápido, deseoso de llegar cuanto antes a la playa. Y cuando por fin llegó, su corazón latía con fuerza. Rezaba para que ella estuviese allí. Pensaba que no sería capaz de soportar no volver a verla.
Se dirigió al lugar donde se habían encontrado la noche anterior. La luna lo seguía. Y cuando por fin llegó a aquel lugar, nada. No había nadie, y la luna seguía brillando en el cielo. Se sentó allí a esperar. Una hora, dos horas, sus esperanzas iban desvaneciéndose poco a poco.
Levantó los ojos hacia la luna, la que había sido su amada y lloró. Las lágrimas cayeron por sus mejillas, mientras pensaba en aquella mujer que en un instante había sido capaz de conquistar su corazón y llevarse su alma.
La luna se reflejaba en el mar y cuando bajó la vista, con las lágrimas todavía recorriendo su cara, vio a través de ellas aquel reflejo. Pero lo que vio en realidad no fue la luna, sino el rostro de aquella mujer, que le decía adiós y hola al mismo tiempo.
Y aquellos ojos que lo envolvían todo.
Y comprendió. Comprendió que su sueño más preciado, su ansia más querida, se había hecho realidad. Su amada había estado junto a él por una noche. El había compartido la noche con la luna. Y eso fue algo que no olvidó nunca.
Porque supo que había conocido el amor.
Un amor profundo y sincero. El verdadero amor que lo da todo y no pide nada a cambio. Y ese amor fugaz le hizo conocer la felicidad. Y ya nunca volvió a sentir la pesadumbre de la tristeza o del dolor, ni nunca más estuvo solo. Porque aunque la felicidad sólo dura un instante, su recuerdo dura toda la vida, y el amor perdura más allá de la vida y de la muerte”.
Nuala y Oonagh estaban sentadas en el regazo del viejo, con lágrimas cayendo por sus pequeñas mejillas rosadas.
-Nunca habíamos escuchado una historia tan triste y tan bonita. Me gustaría conocer a aquel hombre, Nuala.
Pero Nuala no era capaz de hablar. Miraba al viejo a los ojos y en su corazón sentía toda la pena y toda la felicidad de aquel hombre. Y no era fácil de aguantar. Cuando por fin pudo articular las palabras dijo:
-Eras tú, ¿verdad?
-Lees muy bien en los ojos de la gente, mi pequeña Nuala. Sí, era yo.
Oonagh se aferró al cuello del viejo, mientras Nuala flotaba hasta ponerse a la altura de sus labios, para darle un pequeño beso, pero que llevaba consigo más amor del que la mayoría de los hombres llega a conocer. Y con la luna ya alta en el horizonte, Nuala y Oonagh invitaron al viejo a ir con ellas a un lugar donde sus recuerdos vivirían para siempre.
Y Naoise, el viejo sin nombre, se fue con ellas. Y el recuerdo del hombre que amó a la luna permanecerá mientras haya hadas para contar su historia.
Y mientras haya hombres con el corazón abierto, las hadas seguirán estando entre nosotros, y seguramente cada hombre encontrará a su propia luna.
Slán agat, mo chairdre
...El Último Caballero Samurai...
(23-Mayo-1997)
(23-Mayo-1997)
Te animo a seguir escribiendo.....
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