"MI REFUGIO... EL REFUGIO DEL GUERRERO..."

"MI REFUGIO... EL REFUGIO DEL GUERRERO..."

Tengo un poco de Amergim, hijo de MIL... a veces Guerrero, otras Bardo, Druida, Juez ó Poeta...Supongo que los que me conocen entenderán lo que los ingleses llaman "Bard mood", humor de Bardo... tan pronto alegre como triste, tan pronto de broma como serio.

Tan cambiante como el clima de Irlanda... tan imprevisible...

De nuevo abro las puertas de mi corazón al mundo... porque las puertas de mi alma... ya están rotas...


RESURGIENDO... (OTRA VEZ...)

RESURGIENDO... (OTRA VEZ...)


Después de casi un año que dejé olvidado este bloc, regreso a la carga...

...poco a poco iré añadiendo mis "Pensamientos en Voz Alta...", mis "Paranoias...", aquellas letras que desde hace más de una década fueron llenando las páginas de un libro que nunca vio la luz...

Hoy de nuevo, la luz del recuerdo me invade, y a pesar de lo que piensen u opinen de mi aquellos que me conocen, no voy a guardar por más tiempo mis pensamientos...

Junto a mis "Pensamientos..." (a mi me gusta llamarlos "Paranoias..."), añadiré de vez en cuando relatos de otros autores (firmados, por supuesto) que me han llamado la atención en alguna ocasión.

Espero sepan leer mis "paranoias", pues a veces son pensamientos que sólo expresan sentimientos sin sentido, otras sólo son fantasías sin ningún enlace con la realidad, pero en todas ellas expreso algo entre líneas...


...es una suerte para aquellos que son como yo... (cobardes...), lo que se puede llegar a decir a través de las letras.


Hasta muy pronto...

Dewa Matta...

domingo, 25 de mayo de 1997

La Luna... (3ª Parte)

LA LUNA (3ª Parte)

(Parte III)

El viejo hizo un alto en su historia. Levantó los ojos, observó la luna, y respiró profundamente.

CONTINUARÁ...



Luego, continuó...

“Pero a pesar de eso, él siguió acercándose a la figura y pudo comprobar que lo que le pasó por la mente cuando la había visto era cierto: pertenecía a una mujer.

Al llegar a su altura, la saludó con un movimiento de cabeza. Ella le miró y él pudo ver en sus ojos que le daba la bienvenida.

Aquellos ojos brillaban con una luz especial. Su color era... gris, y verde, y marrón. Cambiaban su tonalidad de manera que él no era consciente de ese cambio, pero al mismo tiempo hacía que no pudiese apartar sus ojos de los de ella.

Fue ella la que apartó los suyos. Y cuando lo hizo, él pudo observarla con claridad.

Su cara era blanca, muy blanca, casi como el rostro de la muerte, y era redonda, con una nariz pequeña y unos labios rojos, como si la sangre los tiñese eternamente. Además su pelo corto hacía que nada pudiese ocultar la belleza mortal de aquel rostro que le atraía extrañas sensaciones. Le venían a la mente cosas terribles, mas la dulzura que desprendía aquella cara ocultaba tales pensamientos. ¡Ay!, aquel sería el rostro que recordaría para siempre. Muchos años después sería capaz de dibujarlo con los ojos cerrados.

Aquella mujer permanecía allí sentada en la roca, con su vestido gris revoloteando bajo la brisa marina, mientras gotas de agua salada salpicaban su cuerpo.
El se sentó a su lado, sin decir nada.

De hecho, fue ella la primera en hablar.

-Que hermoso es el mar. Nunca antes había estado tan cerca - dijo.

La voz dulce de la mujer penetró en sus oídos con suavidad, como acariciándolos.
Y él giró la cabeza para mirarla.

-¿Es la primera vez que lo ves? - preguntó sin saber por qué.
-No, no. Lo veo todos los días. Pero nunca había sentido el agua sobre mi. Es una sensación tan bonita... Me gustaría pasar toda la vida en el mar - respondió ella.
-Sí, es precioso. Y es enorme. Como el cielo. A veces cuando los miro, me doy cuenta de lo pequeños que somos. Nada más que un diminuto punto en el infinito - dijo él.
-Tienes razón. Si pudiésemos saber qué hacemos aquí...

Y así siguieron hablando durante algún tiempo. Hablaron de esas y de otras cosas. Del amor, de la belleza, del destino, de la vida.

Pero de repente, a él le pasó una idea por la cabeza, y dijo sin pararse a pensar:

-¿Por qué no te bañas? No hace demasiado frío, y bañarse en la playa bajo la luna es una de las cosas más hermosas que puedes hacer. Te lo digo por experiencia.

Casi en seguida se arrepintió de sus palabras, y estaba a punto de disculparse cuando habló la mujer.

-Puede que tengas razón. Pero sólo lo haré si tu también lo haces. Me sentiría ridícula si te quedases ahí mirando para mí.

¿Cómo podía negarse? Aquella voz y aquellos ojos serían capaces de hacerle ir al infierno y volver con su fuego sólo por encender una hoguera. Asintió, y los dos juntos caminaron hasta la playa. Se acercaron a la orilla del mar que seguía tranquilo, y se desnudaron.

El la miró y supo que era especial, que no había otra como ella en todo el universo. Era tan dulce, tan delicada, tan natural. Parecía como si en su corazón no hubiese lugar para la oscuridad. Hacía todo con tanta sinceridad que lo asombraba.

El fue el primero en entrar en el agua que estaba fría. Pero en aquel momento no le importó lo más mínimo. Miró hacia ella y le hizo una seña con la mano.

-Ven, entra. Ya verás que maravilla - le gritó.

Y ella entró despacio, con su rostro reflejando su disfrute con cada paso que daba, con cada centímetro de su piel que sentía las caricias del agua.

Y así estuvieron en el agua, jugando, disfrutando el uno del otro durante un largo espacio de tiempo que a él le pareció demasiado corto. Pero al fin dijo:

-Deberíamos salir. Puede cogernos el frío.

Ella asintió.

-De acuerdo. Creo que esto es algo que no olvidaré nunca.

Salieron del agua, y el comentó que tenía una manta en el coche y que no deberían ponerse la ropa mojados como estaban. Así que fue corriendo a buscarla, mientras ella esperaba sentada en la arena mirando fijamente el mar.

El volvió rápidamente y le puso la manta por encima.

-Gracias. Pero siéntate aquí, a mi lado - dijo ella con voz dulce.

Y puso la mano en la arena.

El se sentó, y ella le pasó la manta por los hombros y se acurrucó junto a él. Y así, envueltos en la manta se tumbaron en la arena. El la miró y se sumergió en sus ojos, en aquellos ojos profundos y embriagadores que lo hechizaban. La besó en los labios y ella lo abrazó. Sus cuerpos rodaron sobre la arena fría de la playa, y sin importarles nada ni nadie hicieron el amor. Fundieron sus cuerpos en uno, y viajaron a través de un mundo compartido en el que eran una sola alma. Después, aún envueltos en la manta, ella apoyó la cabeza sobre su pecho. El cerró los ojos y habló, con voz suave y tierna, y sus palabras salían directamente de su corazón.

-Creo que me estoy enamorando. Pensé que ya lo estaba de alguien pero ahora no estoy seguro. Lo que siento por ti es... tan especial. Sí, ya sé que suena tópico, pero es cierto. En tus ojos veo el mundo. No éste, sino aquel en el que me gustaría vivir. Porque veo belleza y sinceridad, y dulzura. Tú eres el amor eterno, la estrella más brillante del cielo. Y ahora que estoy junto a ti, sé que la felicidad existe. Existe y eres tú.

La mujer le acarició la cara.

-Gracias. Sé que es difícil decir eso. Pero recuerda una cosa. Siempre, pase lo que pase, tendrás recuerdos. Y eso sí es importante. Recuerda. Y ahora cierra los ojos y duerme un poco, porque yo siempre estaré aquí.

Y él cayó en un profundo sueño. Y por primera vez en mucho tiempo, descansó.

CONTINUARÁ...
Saikio Shore...
El último Caballero Samurai...

(23-Mayo-1997)

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